COMO EXPERIMENTAR A DIOS
«Un hombre susurró: ¡Dios, habla conmigo! Y un ruiseñor empezó a
trinar. Pero el hombre no le prestó atención. Volvió a pedir: ¡Dios, habla
conmigo! y un trueno resonó por el espacio. Pero el hombre no le dio
importancia. Pidió nuevamente: ¡Dios, déjame verte! Y una enorme luna brilló en
el cielo profundo. Pero el hombre ni se dio cuenta. Y, nervioso, comenzó a
gritar: ¡Dios, muéstrame un milagro! Y he aquí que nació un niño. Pero el
hombre no se inclinó sobre él para admirar el milagro de la vida. Desesperado,
volvió a gritar: ¡Dios, si existes, tócame y déjame sentir tu presencia aquí y
ahora. Y una mariposa se posó, suavemente, en su hombro. Pero él, irritado, la
apartó con la mano».
«Decepcionado
y entre lágrimas siguió su camino. Vagando sin rumbo. Sin preguntar nada más.
Solo y lleno de miedo. Porque no supo leer las señales de la presencia de
Dios».
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