INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA LECCIÓN 5TA



LECCION     5ta
LA IGLESIA
Nuestro Señor Jesucristo no escribió un libro, ni erigió tampoco una organización.
Sólo una cosa hizo: asignar una divina comisión a ciertas personas escogidas, una comisión que ellas perpetuaron. Por eso, la sucesión apostólica no es un mero plan de acción para comodidad, es el don expreso de Cristo.
Sin embargo, la comisión de los apóstoles no fue la de promulgar sus propias ideas, sino la de llevar por todas partes, el testimonio de Cristo, y a lo largo de los primeros tiempos se fue perfilando lo que hoy se llama la Iglesia.
Los apóstoles fieles al mandato de su maestro hicieron lo que él les ordenó.
“Id por todo el mundo, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
(Mt. 28:19 – 20)
La palabra iglesia significa asamblea, congregación o fraternidad.
Los judíos en tiempos del Antiguo Testamento eran los escogidos por Dios para servir en el mundo: Como dijimos ya, Jesús no fundó la iglesia, sino que estableció una fraternidad judía siendo Él mismo su jefe. Después de que Jesucristo se había levantado de la muerte, envió al Espíritu Santo para fortalecer a sus seguidores y conservarles en unión. Esta corporación, este cuerpo místico es lo que ahora llamamos la Santa Iglesia Católica Apostólica de Cristo.
-La Iglesia es Una “porque es un cuerpo bajo una cabeza”
-Santa: Es Santa como su base, Nuestro Señor Jesucristo y porque en ella mora el Espíritu Santo, que siempre la santifica (Juan 14: 16).
-Católica: Este término es de origen griego y significa (Universal o Ecuménica). Porque su mensaje está destinado a todos los fieles de todos los lugares, tiempos y pueblos, no está limitada, sino al contrario, está abierta para todo aquel que desee unirse a ella (Mateo 28:18-19). Mantenemos la fe católica, como está establecida en las Escrituras, los Credos, y las decisiones de los cuatro primeros Concilios generales de la Iglesia sin división.
-Apostólica: Y (Cristo) mismo concedió a unos a ser apóstoles y a otros profetas, a otros anunciar el mensaje de salvación, a otros a ser pastores y maestros.
........nombraras ancianos de la iglesia de acuerdo con lo que te encargué (Tito 1:5)
La Iglesia en la Biblia
En la religión bíblica no hay lugar para el individualismo egoísta.   La redención llega a los hombres mediante su membresía en una redimida y redentora sociedad, no mediante algún arreglo especial hecho directamente entre los hombres y Dios.  Decir esto no es, de ningún modo, menos preciar la importancia de la fe individual y de la personal rectitud, sino únicamente afirmar que, en la Biblia, la fe se desvía siempre de la propia soledad a la comunidad divina y que la rectitud implica siempre una correcta afinidad dentro de una estructura comunitaria.
Dios escogió desde el principio reconciliar a los hombres por medio de una familia, de una sociedad, de una nación, o, para usar el lenguaje de tiempos posteriores, de una Iglesia. Mirando atrás, al relato de los pactos de Dios con Abraham, podemos ver a Dios prometiéndole que le haría padre de una vasta familia (Génesis 13:14-18) y, por otra parte, declarando que en él “serán benditas todas las familias (o naciones) de la tierra”.  (Génesis 12:3; 22:18).  Aunque el significado de esta declaración no está tan completamente claro en hebreo como lo está en inglés, es cierto que la mayor parte de los hombres de Israel entendieron que significaba, tal como lo entendieran el Segundo Isaías y el desconocido autor de Isaías 19:24ss, que el propósito de Dios era salvar a la Humanidad mediante la familia de Abraham.  Aquí vemos una de las normas fundamentales de la Biblia: Dios obrando en la Historia para salvar a los hombres por medio de la instrumentalidad de un grupo especial, escogido.
En el siguiente escenario de la historia de la salvación, el grupo es concebido más en términos de nación que de familia.  Bajo la jefatura de Moisés, la no conectada asociación que existía previamente entre las tribus que pretendían descender de Abraham, llega a ser una comunidad organizada, viviendo bajo leyes comunes y manteniéndose unida por una común fe y un culto común.  Este es el escenario en la historia de la Iglesia, representado por pasajes tales como Deuteronomio 7:6-11: “Tú eres pueblo santo para Yahvé tu Dios”.  Aquí, la palabra “santo” no significa necesariamente “moralmente bueno”, sino más bien significa “consagrado al servicio de Dios”.  Los dos versículos siguientes (7 y 8) resaltan que la elección del Dios de Israel no se basaba en ningún mérito especial por parte del pueblo, sino únicamente en el inexplicable amor de Dios y de su misericordia.  Los versículos finales (9-11) advierten que la continuidad del favor de Dios depende de la buena voluntad de Israel para andar en sus caminos.
El siguiente capítulo en la historia es la del fracaso final de Israel, a pesar de sus tremendos logros espirituales, para completar la tarea para la cual Dios fue escogido.  Esto fue seguido por la promesa de Dios de crear en lo futuro una comunidad transformadora para cumplir su obra a la perfección.  Viéndolo con ojos más bondadosos que los de los profetas, sentiremos probablemente que el tránsito del antiguo Israel nacional era una etapa necesaria en el camino hacia el universal Israel de Dios, pero los profetas veían su historia sólo en términos de fracaso y de juicio.  La mayor parte de ellos, sin embargo, también mirarían más allá del presente malo y veían que el propósito de Dios era finalmente realizado por un pueblo renovado y purificado.  Este, por Ejemplo, es el punto de vista de Oseas 2:14-23.  Dios ama a su pueblo como un esposo ama a su esposa y, algún día, las afectivas relaciones de los primeros días se restablecerá entre ellos.  (vs. 14-20).  A aquellos que no merecieran ya ser llamados su pueblo, él dirá de nuevo “Tú eres mi pueblo” y aquellos a quienes su justicia impulsó a retener misericordia, él les mostrará misericordia nuevamente.
En 1° Pedro 2:1-10 vemos que esta promesa se cumplirá, finalmente, en la Iglesia Cristiana (v.19).  Parte de este pasaje (19) es también un eco de Éxodo 19:5, que hemos leído en otra ocasión, y que muestra que el ejemplo de redención mediante una comunidad redimida y redentora es lo mismo en el Nuevo que en el Antiguo Testamento.
Aunque la Iglesia de Dios ya no esté limitada a los que, físicamente, sean descendientes de Abraham, los descendientes espirituales de Abraham –aquellos que tienen fe en Cristo (Gálatas 3:7)- constituyen aún “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa” cuyo propósito es anunciar al mundo “las virtudes de Aquel que les llamó de las tinieblas a su luz admirable”.
El mismo escritor, en el versículo 4, usa otra imagen para la Iglesia, la del templo.  El cristiano es sólo una piedra en una estructura espiritual erigida para el culto de Dios.  Este pensamiento se desarrolla más ampliamente en Efesios 2: 19-22.  El versículo 19 enfatiza la continuidad entre el antiguo Israel nacional y el nuevo Israel edificado por fe.  No hay dos iglesias, sino una.  Lo ocurrido por la obra de Cristo es que la comunidad del antiguo Israel se extendió para incluir a los gentiles (a los que va dirigida la Carta) que son ahora “conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios”.  Judíos y gentiles, en tanto que tenga fe en Cristo, son parte de un gran templo para morada de Dios en el Espíritu.  Las piedras fundamentales del templo son los profetas del Antiguo Israel y los Apóstoles del Nuevo, siendo la piedra angular Jesucristo mismo.
La mención de una piedra angular nos lleva, de modo inevitable, a pensar en el familiar pasaje sobre el fundamento de la Iglesia en S. Mateo 16: 13-19.  En tanto que la interpretación de dicho pasaje continúa siendo asunto de mucha discusión, una cosa, al menos, está clara para todos, y es que la piedra sobre la cual la Iglesia -el nuevo Israel- es edificada no puede ser meramente el hombre Pedro sino Pedro como el primero en declarar, de modo intrépido, su fe en Cristo (v. 16). La verdadera piedra angular de la Iglesia no es Pedro, sino la fe por él expresada.

BIBLIOGRAFIA:

-Pero que quiere decir, Centro de publicaciones cristianas, San José de Costa Rica. 1964

-Raul Guaillas, Manual de teología sistemática 2006, Quito- Ecuador

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