LITURGIA LECCIÓN 1



   
EL SIGNIFICADO DEL CULTO                Lección 1                  

EL CULTO Y LA LITURGIA

     En todo momento y lugar la gente ofrece su culto a Dios. La variedad del culto anglicano es apenas una pequeña parte de un amplio espectro. El austero silencio de las reuniones de la sociedad de amigos [los cuáqueros] es el culto. El místico esplendor de la divina liturgia de la iglesia ortodoxa oriental es el culto. Los musulmanes ofrecen su culto cuando inclinan sus cabezas hacia la Meca y recitan el capítulo primero del Corán. Entre los judíos se hace el culto cuando se reúnan mañana y tarde envueltos en sus chales de oración para estudiar la Torah. Los monjes budistas ofrecen su culto al sentarse con las piernas cruzadas, en silencio e inmóviles, contemplando la naturaleza de la realidad en el centro de su ser. En Egipto, Grecia, y Roma; en la India, China, y el Japón; en México, Ecuador, y Perú, los antiguos templos atestiguan que aquí, también, los seres humanos han ofrecido su culto a Dios. Los artefactos más tempranos de la cultura humana – amuletos, dibujos primitivos en las paredes de cuevas, montículos de huesos apilados alrededor de altares toscamente labrados, círculos de piedras, bosquecillos de árboles sagrados – todos hablan de una respuesta humana a algo que se encuentra más allá de lo humano.

¿Qué es el culto?
     El culto tiene que ver con la asignación de valor a aquello que se considera tiene valor, expresando su valor estimado. De hecho, el culto tiene que ver con lo que se considera tiene valor. Claro está, hoy en día la palabra se refiere por lo general al culto ofrecido a Dios. Hay un elemento de la verdad fundamental, de lo absoluto, que se ha ligado a la palabra “culto” en nuestro uso normal de la misma. El culto no solo que asigna valor a aquello que se considera tiene valor, sino que también es la asignación de valor a manera de verdad fundamental, o absoluto, a aquello que se cree tiene el valor de ser verdad fundamental. En otras palabras, la palabra “culto” se hizo religiosa y su uso religioso ha dejado fuera sus otros significados. Una de las razones por las cuales el significado fundamental de la actividad humana del culto se ha obscurecido en los tiempos modernos es que el significado religioso del culto ha sido separado de los otros; y en esta separación la actividad del culto expresa poca relación con los perplejos, a veces agonizantes, problemas de valores a los que nos enfrentamos a diario.

El culto y lo absoluto
     ¿Cuál grupo de personas o cosas merece que le demos mayor culto? Es precisamente en la búsqueda de una respuesta a dicha pregunta tan ordinaria que el culto ofrecido a una verdad fundamental o absoluto – el culto ofrecido a Dios – cobra significado. Los valores a menudo son relativos y la respuesta a ellos depende de que haya alguna medida o cálculo de valor aceptado en común. ¿Existe algún punto fijo de valor, alguna estrella predominante con el cual fijar nuestra posición? 
     Tan difícil y evasivo es esta búsqueda que en nuestra era de escepticismo se ha hecho
la costumbre en muchas partes simplemente darse por vencido. “Todas las cosas son relativas,” decimos. Si decimos que la belleza se encuentra en el ojo de quien mira, entonces seguramente la verdad y la bondad deben encontrarse allí también. La mayoría de las personas acepta el hecho de que vivimos en una era relativista.
     No obstante, los seres humanos necesitamos de un punto fijo de valor, algún lugar donde posicionarnos, algún absoluto, para poder hacer juicios de valor. No podemos vivir de un día a otro, o aún de un minuto a otro, sin hacer juicios de valor, juicios acerca de qué es lo más importante, o verdadero, o mejor.
     Ahora, no es lo mismo tener necesidad de un absoluto y tener un absoluto. Puede que necesitemos un absoluto, pero no lo podemos hacer para nosotros mismos. Si intentamos hacerlo, si decidimos “dejar que algo sea lo absoluto,” por algún proceso emotivo o de razonamiento, lo haremos en base a algún criterio, implícita o explícitamente. ¡Si lo absoluto es diferente para cada individuo entonces no será un absoluto muy convincente! De hecho, decidir qué es lo absoluto es contradictorio. Si nosotros decidimos, de alguna manera nos habremos colocado en la posición de ser más la verdad fundamental o más lo absoluto, que aquello que hemos decidido es verdad fundamental o lo absoluto.
     Una característica y función principal de la religión es la celebración de que un absoluto, un punto fijo de valor, ha sido dado. Por medio de su religión los seres humanos buscan conservar, recordar, entender, y comunicar ciertos momentos en los cuales creen que el absoluto es dado y recibido. Por ejemplo, Éxodo 3:2, la zarza ardiendo; Éxodo 3:14, la revelación del nombre divino. Los Musulmanes recuerdan “la Noche de Poder y Excelencia,” cuando una extraña paz se extendió por toda la creación y la naturaleza toda miraba hacia su Señor, y Mahoma, acostado sobre el suelo de su cueva, recibió pasivamente tres veces una orden de Dios:
  “¡Grite! Su Dios es maravillosamente bondadoso
                                 Quien con la pluma ha enseñado al hombre
                                 Cosas que no conocía, estando ciego.” (El Corán, Surah xcvi. 3-4)
En otras palabras, la orden no fue inventada ni razonada. Fue dada.
     De manera similar, los primeros cristianos creyeron que Jesús era la revelación de Dios, no porque ellos habían llegado a esa conclusión debido a su razonamiento, sino porque su vida, enseñanzas, y obra cambiaron sus vidas de manera tan dramática que no era posible llegar a cualquier otra conclusión. Por ejemplo, Marcos 9:7, donde Pedro quería levantar santuarios iguales para honrar a Jesús, Moisés, y Elías. Es una voz de la nube más allá de ellos, no su reacción instintiva, que dijo: “Este es mi Hijo amado; escúchenlo.” Otro ejemplo, Juan 15:16.
     En ninguno de estos casos la iniciativa proviene del lado humano, sino de más allá de ello. La religión es la respuesta que dan los humanos a estas iniciativas. El culto es la primera de estas respuestas.

El culto y lo sagrado
     El culto es nuestra respuesta humana al Dios sagrado. Es la atribución nuestra de valor absoluto a lo que conocemos como merecedor de tal atribución. En el encuentro con lo sagrado, cuando lo absoluto se deja conocer de nosotros, podemos tomar decisiones, somos lo suficientemente libres de nuestro entorno para poder comparar una cosa con otra, y para escoger una cosa en preferencia a otra. En esta libertad es que podemos ofrecer nuestro culto en el sentido original de la palabra. Podemos asignar valores apropiados a toda la extensión de las cosas que confrontamos en nuestras vidas diarias.
     Los cristianos ofrecemos nuestro culto a Dios como él se ha dado a conocer a nosotros en su Hijo, Jesucristo. Creemos que él tiene valor absoluto para nosotros, porque él nos ha mostrado, a través de la iglesia y los sacramentos, a través de las vidas de otras personas, y de las muchas otras maneras por las cuales se da a conocer a si mismo, su poder que transforma la vida al perdonar los pecados y su poder sobre la muerte misma. Finalmente, en el culto cristiano nos entregamos a Cristo, porque en él percibimos el significado último de nuestra existencia.

El culto y el ritual
     En la Biblia las palabras para “culto” en el hebreo y el griego apuntan direcciones bastante diferentes al entendimiento del culto como una actividad que atribuye valor. Por ejemplo, la palabra hebrea más frecuente es shachach. Indica una actividad física – el caerse postrado. Como la palabra “genuflexión,” la cual también indica una actividad física, shachach se usa solamente en el contexto religioso. Es una palabra ritual. La conexión entre el caerse postrado y el culto ofrecido al Dios sagrado se expresa en el Venite (Salmo 95:6), como también en el Salmo 99:5.
     De manera similar, una de las palabras en griego para el culto, proskyneo [lleva el signo – encima de la e y la o], se usa para designar la costumbre de postrarse ante otro y besar sus pies. Los persas hacían esto en la presencia de sus reyes, los griegos en la presencia de sus dioses. El culto es una actividad de los humanos con la totalidad de su ser, el cuerpo en unidad inseparable con el espíritu. El Dios sagrado exige de nosotros una respuesta total. La acción ritual, además de la toma de decisiones en cuanto a la asignación de valores apropiados, es una parte inalienable del culto.

El culto individual y corporativo
     Una manera de comprender la importancia de la comunidad en el culto es la de considerar la naturaleza misma de los valores. Los valores, el resultado del culto, son casi siempre la propiedad de una comunidad. El culto ofrecido a Dios lleva a valores en común, estimaciones compartidas en cuanto al valor de la vida, la naturaleza del matrimonio, el lugar del estado, la propiedad privada, y muchas otras cosas. El culto lleva a la ética. La ética, en cambio, no brega con un sin número de reacciones y evaluaciones particulares de un encuentro con Dios; la ética brega con el ethos, el espíritu de un pueblo que ofrece una respuesta en común, corporativa, al Dios sagrado.
     Los individuos comparten mayormente esta vida en común, y el culto en común lleva a valores en común. Ciertamente es verdad que la interpretación del encuentro de un pueblo con el Dios sagrado plasmada en una manera de vida y una serie de decisiones acerca de los valores mundana, puede llevar a distorsiones e interpretaciones incorrectas. De hecho, por lo general es así. En este respecto solo Jesús estaba libre de pecado. Esto quiere decir que los cristianos creen que solamente Jesús interpretaba la voluntad de Dios sin distorsionarla. El ethos de cualquier iglesia o sociedad, aún cuando se fundamenta en el espíritu de Cristo, seguramente quedará corto ante lo que el amor sagrado exige de ello. Por lo tanto, hay individuos que pueden ser muy críticos del ethos de su iglesia o de su sociedad. Tales individuos son nuestros profetas. Deberíamos honrarlos, pero a menudo los apedreamos. Sin embargo, aún los profetas ejercitan su función en beneficio de la comunidad, para que esta sea más fiel a Dios cuando busca 
señalar las consecuencias éticas del culto.

Liturgia: Un Estudio de la Palabra
     Liturgia es una de las palabras que aparece con mayor frecuencia en relación con el culto. Hablamos de los servicios del culto como litúrgicos si parecen tener una cierta cualidad formal. ¿Cuál es el significado de esta palabra?
     La palabra es griega, un compuesto de la palabra para pueblo (laos) y la palabra para trabajo (ergon). La liturgia tiene que ver con el pueblo y el trabajo. Al principio la palabra liturgia en griego no era un término religioso. Quería decir un trabajo en beneficio público llevado a cabo a un precio privado, particular. Por ejemplo, que uno construyere un puente para que una carretera pública atraviese su propiedad privada constituiría liturgia. Liturgia es trabajo en beneficio del pueblo.
     La palabra liturgia fue empleada por quienes tradujeron el Antiguo Testamento al griego alrededor del 250 AC. Ocasionalmente la usaron en su sentido original, pero para ellos normalmente se refería a los servicios del culto. La palabra liturgia era más apropiada para describir los servicios del templo hebreo que la acostumbrada palabra griega para ejercicios religiosos, orgia, (“orgía”), la cual, aún cuando también derivada de ergon (“trabajo”), tenía casi la misma connotación en aquel entonces como ahora.
     En el Nuevo Testamento la palabra liturgia continua siendo utilizada acerca de los servicios del culto en el templo, como en Lucas 1:23; pero aparece un nuevo uso que es determinante para poder entender la liturgia cristiana. Este nuevo uso se encuentra en la Carta a los Hebreos. Jesús es ahora el verdadero sacerdote porque se ofrece a si mismo como sacrificio y no a animales. Significa la obediencia total que Dios desea de su pueblo. Jesús demostró tal obediencia, y su muerte sobre la cruz es el clímax y símbolo de su vida de obediencia. Por ejemplo, Hebreos 8:6. La vida de obediencia de Cristo y su muerte en la cruz es la liturgia cristiana, reemplazando la liturgia del templo. Su vida y muerte son la máxima expresión del trabajo en beneficio público llevado a cabo a un precio privado, particular.
     La palabra liturgia se utiliza de manera análoga en algunos pasajes de las cartas de San Pablo. Por ejemplo, desde la cárcel les dice a los filipenses que la sangre de él puede que sea “derramada sobre el altar en que [ellos] ofrecen a manera de ofrenda su fe” (Filipenses 2:17). El texto griego traducido literalmente lee, “derramada sobre el sacrificio y liturgia de [su] fe.” Poco antes Pablo había hablado del modelo de obediencia que fue la vida de Cristo en Filipenses 2:6-8.
     El Nuevo Testamento encierra un entendimiento de la liturgia que casi se había perdido en la traducción. De hecho, la vida y muerte de Cristo es la única liturgia; y los cristianos cuyas vidas están “en Cristo,” formados y moldeados a su semejanza, constituyen una liturgia también.
       Desde luego que hoy en día utilizamos la palabra liturgia en un sentido muy diferente. Ha llegado a referirse o a lo que se hace en la iglesia, o el texto de lo que se hace en la iglesia. No es difícil ver cómo ocurrió este cambio de sentido. Como hemos visto anteriormente, el Antiguo Testamento utilizó la palabra liturgia para referirse a los servicios en el templo, y la influencia del Antiguo Testamento en la vida de la temprana iglesia fue muy grande. Más aún, lo que toma lugar, o debería darse, en un servicio cristiano del culto es una representación, o hacer presente, de la vida y muerte de Cristo. En el culto apropiamos como nuestra la liturgia de Cristo. Por lo tanto, tiene sentido hablar de los encuentros cristianos para el culto como liturgias.
   
BIBLIOGRAFIA:

Introducción al culto anglicano, Rvdo. Canónigo Geoffrey Reeson, 2010, Quito Ecuador


Comentarios

Entradas populares de este blog

LA HOMILETICA

TALLER BIBLIA 4

PRIMER TALLER LIBRO ORACIÓN COMÚN